En apenas un año, la figura de Alberto Ruiz-gallardón ha sufrido un grave deterioro, tanto político como ante la opinión pública. Tras acabar con su supuesta vitola de progresismo mediante sus sistemáticas decisiones, como la cadena perpetua revisable, la reforma de las leyes del aborto y del menor, y la introducción de unas tasas que hacen inviable el recurso a la justicia para buena parte de la población, su última "hazaña" ha sido la de "conseguir" el rechazo unánime de todo el estamento judicial, al que se suman fiscales y abogados.
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