«Hacerse hombre» no es algo lineal y dado, sino más bien algo a construir, resultado de un proceso psíquico. El padre también inscribe huellas en lo inconsciente del niño, inscripciones precoces que constituyen la base erógena sobre la cual se inscribirán los deseos eróticos por el padre, que se resignificarán a posteriori en las fantasías de masculinización. Fantasías en relación con la introyección del pene potente del padre. Un elemento fundamental, para que el proceso de masculinización pueda realizarse, es la desinvestidura, en parte, en el vínculo con la madre, junto a la consolidación de identificaciones narcisistas estructurantes con ella, que implican la pérdida del objeto.
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