Terminada la guerra fría la relación entre Europa y Estados Unidos estaría llamada a sufrir modificaciones que van más allá de lo simplemente epidérmico, como se evidenciaría en los límites que comienza a acusar la OTAN. No obstante, y aun a despecho de las distintas prioridades geopolíticas y de la sombra de un virtual conflicto comercial, el autor suscribe y fundamenta la idea de que es necesaria una nueva alianza europeo-norteamericana capaz de influir decisivamente en los destinos de la comunidad internacional.
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