La crisis económica no está generando solamente un deterioro de la economía, sino también de la democracia, las instituciones y de los valores éticos y morales. Se vive en un mundo regido por el lucro en donde impera el triunfo de los Bancos, los paraísos fiscales, la corrupción, el espionaje, la economía ilegal de tráfico de armas y de drogas y el deterioro ecológico. Una de sus consecuencias más nefastas es el grave riesgo que está provocando sobre la cohesión social y sobre los derechos laborales, abocando a los seres humanos a cotas impensables de desigualdad y de pobreza.
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