Las recomendaciones de calidad de aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS) distan mucho de la realidad que respira la población española. Según éstas, casi la totalidad de la población absorve niveles de contaminantes por encima de lo que debiera. Una cifra que se rebaja a un 22 por ciento si se tiene en cuenta la legistación española, mucho más permisiva.
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