Símbolo de la Guerra Fría y de la división alemana, para unos fue un muro de protección antifascista y para otros la frontera de la vergüenza en Europa. Acribillados o por la detonación de las minas, muchos murieron en el intento de superar la férrea vigilancia que les impedía trasladarse al sector occidental. Veinte años después de la caída, el fracaso del consumismo deja al descubierto las carencias de otra estafa, un capitalismo depredador.
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