Este año de ausencia de Fidel Castro de la primera línea del poder ha demostrado que en la Isla todo estaba atado y bien atado para tratar de perpetuar un "castrismo sin Castro". Raúl ha mantenido casi inamovible el rumbo político y social y la inercia de la revolución, pero ahora se enfrenta al rompecabezas de aplicar reformas estructurales para superar la crisis económica, sin abordar una transición política de la que no quieren ni oir hablar.
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