George W. Bush y Tony Blair están atrapados en la red de falsedades, exageraciones e inexactitudes que tejieron en torno a las armas de destrucción masiva en Irak, el argumento con el que quisieron justificar la guerra. Tanto la Casa Blanca como Downing Street lanzan ahora mensajes más matizados y buscan un chivo expiatorio, pero ni CIA y el MI6 quieren serlo. Cuando dentro de un año las comisiones presenten sus conclusiones es posible que ambos presidentes ya hayan pagado el precio político ante la opinión pública
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