El termómetro se ha plantado en más de 40 grados. Los efectos de la ola de calor han causado más de una quincena de muertos. Y en los bosques, el fuego ha arrasado más de 27.000 hectáreas. Los bomberos y los médicos trabajan a destajo, y mientras el Gobierno, de vacaciones, no ha movido un sólo dedo para frenar las catástrofes estivales.
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