A nadie se le escapa que la actividad de la construcción tiene un riesgo inherente y también es de sobra conocido que lograr en este sector el riesgo cero es una utopía, pero hay algo en lo que todos los implicados constructores, sindicatos, administraciones y profesionales coinciden: hay que reducir drásticamente los accidentes laborales, ya que, además de las tragedias humanas que origina el goteo incesante de pérdida de vidas, el sector se puede ver profundamente afectado económica, social y profesionalmente.
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