Una parte de la juventud española vive a un ritmo que da vértigo. Muchos jóvenes responden al patrón de descreídos, egoístas, muy consumistas y poco solidarios. Según varias encuestas, los chavales del año 2000 pasan de política, viven con sus padres, tienen trabajos eventuales y se gastan el dinero en alcohol y drogas.
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