Empezaban a levantar cabeza, pero las navieras y los astilleros españoles navegan a contracorriente. Las primeras deben invertir ingentes sumas de dinero para renovar su flota, pero se han topado con una legislación lesiva. La construcción naval, mientras, lucha contra la "competencia desleal" de Corea y una cartera de pedidos cada vez menor.
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