La condena tímida de la violencia por parte de Euskal Herritarrok no ha hecho desaparecer la violencia callejera. Juan José Ibarretxe tiene que decidir si esta dispuesto a gobernar con quienes no condene todavía rotundamente la violencia. Esta decisión puede convertir al lehendakari en un simple gestor de los acuerdos de Lizarra.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados