Al Gobierno le quedan pocos recursos para atajar los precios una vez que ha liberalizado algunos mercados, como el de carburantes, que han consagrado oligopolios. Tampoco a podido controlar sectores inflacionistas como la vivienda o el turismo. Y los alimentos, que han actuado de freno hasta ahora, se espera que repunten por la sequía. La cosa se pone fea.
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