La conducción consta de cuatro etapas básicas: detección; identificación; decisión y respuesta, siendo el tiempo consumido entre la detección y la respuesta el parámetro que puede definir el nivel de seguridad viaria activa. El conductor necesita que las marcas viales sean visibles e identificables a una distancia equivalente a ese tiempo tanto de día como de noche y bajo cualquier condición climática (marcas tipo II), y sin comprometer las propiedades antideslizantes de la superficie para lo que deben estar adecuadamente diseñadas, ejecutadas y conservadas.
Existen modelos para proporcionar efectos acústicos y/o mecánicos de alarma (marcas sonoras), sean o no tipo II. En ocasiones marcas fantasma consecuencia de incorrectos ocultamientos o eliminaciones de marcas antiguas pueden ser reconocidas como marcas viales y crear situaciones de riesgo. La debida acreditación de los materiales y el buen uso que se haga de ellos (aplicación) es determinante en la consecución de los resultados.
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