Luis Rojo de Castro, Javier Azurmendi (fot.)
El edificio se concibe como una trama tridimensional de pantallas y losas de hormigón que se deforma para adaptarse a la geometría del terreno y del tejido urbano. Una ligera envolvente metálica, abierta a los visitantes y al entorno a través de grandes elementos vidriados, aloja en su interior un contenedor a modo de caja fuerte donde se custodian los documentos históricos, protegidos mediante un sistema de extinción diseñado para minimizar los daños a su integridad en caso de incendio.
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