Para que los poco o nada aficionados al fútbol puedan entender por qué este deporte levanta tanta pasión, se aconsejan dos vías. La más fácil, ver la película La gran final, dirigida por Gerardo Olivares con guión de Chema Rodriguez, que narra las vicisitudes que tiene que superar una familia de nómadas mongoles, una caravana de camelleros tuaregs y un grupo de indios de la Amazonía para ver por televisión la final disputada entre las selecciones de Alemania y Brasil en el Campeonato del Mundo de Fútbol de Japón-Corea 2002. La más delirante y contagiosa, ver convertida a la Selección Española en campeona mundial por primera vez en su historia.
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