El principal atractivo del primer Ágora de la Comunicación era sin duda la convivencia de dos áreas de la comunicación separadas muchas veces en la práctica de empresas e instituciones. De un lado, las relaciones públicas, relaciones institucionales o, como ahora se llama por presión de sus practicantes, los dircoms, comunicación. De otro, el marketing y la publicidad. En ese sentido, la propia convocatoria del Ágora fue un acierto, aunque finalmente el resultado haya tenido claroscuros
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