No encontramos ninguna razón convicente ni probante, antes al contrario, que nos obligue a cambiar de opinión respecto a la concepción etiopatogénica del glaucoma verum. Seguimos opinando que se trata de una disfunción neuroendocrina con repercusión sobre la circulación sanguínea intraocular y, consecutivamente, del acuoso. Esta alteración se traduce clínicamente por modificación del ritmo y regulación tensionales con tendencia a hipertensión fija o en báscula y por distrofias y degeneraciones en los tejidos oculares, que abocan el ojo a la ceguera. Palabra clave: Artículo
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