Hemos intentado formarnos un concepto de la degeneración tapeto-retinal en consonancia con el estado actual de nuestros conocimientos. Al afirmar que se trata posiblemente de una sola enfermedad (quiza más de una, pero muy pocas) debida a una mutación que priva a las células del epitelio sensorial y pigmentario de elementos necesarios, causando trastornos que en la mayoría de los casos son compensables por largo tiempo y por diversos mecánismos, no es necesario que estemos en lo cierto para que este concepto sea útil. Basta con que explique los hechos observados y no esté en contradicción con ninguno probado. Basta con que nos permita explicarnos a nosotros mismos el porque instituímos una determinada terapéutica sin caer en propia contradicción, y lo que nos proponemos en cada caso con ella. Sirvamos también para comparar lo que ocurre en nuestros enfermos, cotejándolo con nuestros esquemas. El hecho inesperado nos llamará de este modo más facilmente la atención. El deseo de explicar las discrepancias y a su vez de comprobar la exactitud de nuestras explicaciones serán el mejor acicate para estimularnos a la investigación. En todo caso, a pesar del mal pronóstico que indudablemente pesa sobre estas enfermedades, tenemos razones fundadas para creer que nuestros tratamientos no son totalmente inútiles. Y vislumbramos ya el camino por el que, con ayuda de la Providencia, podremos no sólo consolar, que esto puede hacerse siempre, y aliviar, que puede hacerse a menudo, sino también para curar, que es, en suma la meta y fin a que todos aspiramos. Disertación inagural del Curso 1948-49 en la Sociedad Oftalmológica de Madrid.
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