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Resumen de La enfermedad de Horada.

Alejandro Palomar Palomar, Juan Francisco López Alfaro, Ramon Duch Campaña

  • Los comunicantes nresentan dos casos de enfermedad uveo-meníngea de Harada, afección, al parecer, no rara en el Japón, ya que en este país han sido comunicados algunas decenas de casos. Por el contrario, en Europa y América es excepcional, siendo muy escaso el número de casos publicados. En ambos casos estudiados, se presentaron aguda uveitis generalizada, fuertemente exudativa; fortísima hipotonía, a partir de los primeros días de la afección, y que sólo desaparece después de la recuperación funcional. La pérdIda de la visión fué rapidísima, llegando hasta la ceguera absoluta, recuperándose, en un caso, a los tres meses, y en el otro, a los cinco, hasta alcanzar una A.V. Prácticamente normal (8/10 y 7/lO). Desde su iniciación, e incluso precediendo en breves días a la uveitis, se presentó intensa meningitis linfocitaria, comprobada con repetidos análisis del l.c.r., y con hipertensión del mismo. También se comprobó hipo y disacusia, que fueron pasajeras, y, finalmente, calvicie y canicie del cuero cabelludo, así como poliosis y madarosis. No se observó vitíligo. El hemocultivo y el examen bacteriológico del líquido cefalo-raquídeo, fueron siempre negativos. El examen general y radiológico, no pusieron en evidencia proceso tuberculoso activo. La intradermoreacción, débilmente positiva al 1 por 10.000, fué positiva franca al 1 por 100, pero sin reacción general ni ocular. La meningitis fué de evolución favorable, habiendo desaparecido su sintomatología antes de un mes después del comienzo de la enfermedad. En el caso primero, existió un traumatismo perforante del globo ocular derecho, un mes antes del comienzo de los síntomas inflamatorios del segundo, pero el ojo traumatizado no presentó en ningún momento síntomas que pudieran hacer pensar en una uveitis simpatizante. De todas formas, en los primeros momentos se aceptó (si bien con reservas), el diagnóstico de oftalmía simpática, enucleándose el ojo ciego, que había sufrido el traumatismo. Su examen anatomopatológico permitió desechar toda traza de uveitis simpatizante. La evolución de la afección permitió confirmar de forma cierta el diagnóstico (al principio dudoso) de enfermedad de Harada. La inoculación intracraneal e intravítrea en el conejo de líquido céfaloraquideo de los enfermos, fué negativa; lo mismo la inyección camerular del humor acuoso de enfermo. Los comunicantes no conceden a esto un valor decisivo, ya que esta negatividad pudiera depender de haber realizado la inoculación a los veinticinco o treinta días del comienzo de la enfermedad. Estas mismas pruebas, realizadas por Takahashi, habían dado a este autor resultado positivo, produciendo en el conejo una uveitis y neuritis óptica, lo que le permite afirmar la naturaleza infecciosa del proceso mórbido. Tanto por los síntomas generales como locales, y, sobre todo, por. La evolución favorables del proceso, los comunicantes niegan la etiología tuberculosa, defendida hasta ahora por varios autores (Nakamura, Okamura y Urbanek). Si bien admiten un cierto parentesco de la enfermedad de Harada con la oftalmía simpática y con la uveitis de Vogt-Koyanagi, estiman que existen diferencias fundamentales entre las mismas, no sólo desde el punto de vista sintomático local y general, sino también de su evolución, y, probablemente, del agente causal. Hasta el presente, éste es desconocido, pero bien pu- diera tratarse de un virus de afinidades meningo y úveotropas. Septima Sesión Científica. Día 1 de Mayo, sábado, a las 10. Presidencia: Prof. Soria


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