La baja estabilidad favorece un transporte hacia arriba del aire caliente generado en la combustión. Contrariamente, la fuerte estabilidad disminuye la posibilidad de este movimiento vertical. Por lo tanto, las condiciones de baja estabilidad favorecen el desarrollo del fuego. Pero este estudio muestra que la baja estabilidad aumenta la actividad de fuego sólo en condicones atmosféricas de sequedad. Un análisis estadístico de 70, 000 incendios en el período 1993-2005 (julio-septiembre) en Galicia (NW de España) indica que el número diario de incendios es mayor en los días secos con baja estabilidad. Esta dependencia de la estabilidad se invierte en los días húmedos. Los valores más bajos del número de incendios forestales tienen lugar en aquellos días con una baja estabilidad acoplada a una alta humedad. Esta dependencia opuesta de la ocurrencia de fuego respecto a la estabilidad atmosférica provoca resultados muy ambiguos en una correlación simple entre la estabilidad y el número de incendios. Además, este papel opuesto de la estabilidad atmosférica implica también valores ambiguos de los índices de riesgo de fuego que aplican una simple adición de la estabilidad y de la humedad.
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