Este artículo analiza el enfoque del autor sobre la etnografía, la teoría social, y la política del conocimiento a través de un diálogo que vuelve sobre su trayectoria intelectual y los vínculos analíticos entre sus investigaciones sobre el cuerpo, la marginalidad urbana comparada y el Estado penal. Resalta las conexiones prácticas y fundamentos epistemológicos detrás de sus principales proyectos de investigación, explica las distintas maneras en que se despliega el trabajo de campo de observación en cada uno de ellos, y examina el papel de los intelectuales en las sociedades avanzadas de la era del neoliberalismo hegemónico. Rechazando tanto el empirismo de Hume como el neo-cognitivismo kantiano, el autor aboga por el uso de la etnografía como un instrumento de ruptura y construcción, la potencia del conocimiento carnal, el imperativo de la reflexividad epistémica y la necesidad de ampliar los géneros textuales y estilos con el fin de captar mejor el sabor y el dolor de la acción social. En la esfera pública, propone que las ciencias sociales pueden actuar como un disolvente de la doxa y un faro que arroja luz sobre las propiedades latentes y las tendencias desapercibidas en las transformaciones sociales a fin de generar rupturas y ampliar el debate cívico.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados