Las maloclusiones son un problema real de salud pública con el que nos enfrentamos en la práctica clínica diaria. Los datos epidemiológicos confirman este problema, ya que estadísticamente el 70-75 por ciento de la población infantil española presenta algún tipo de desviación de la oclusión ideal, calculándose en un 30-35 por ciento la necesidad urgente de tratamiento ortodóncico. Según la OMS, la enfermedad no es sólo un estado no saludable, sino la ausencia de un completo bienestar físico, psíquico y sociológico, por lo que podríamos considerar las maloclusiones como una enfermedad y una deformidad; además son consideradas como factores de riesgo de gingivitis, periodontitis, caries y disfunción de la articulación temporomandibular, aparte de la alteración estética y funcional que conlleva. Es nuestro deber aplicar todas las medidas preventivas adecuadas en cada momento. Para ello debemos saber evaluar la oclusión de forma adecuada y hacer predicciones acertadas respecto a su futuro, conocer las características de normalidad de la oclusión en dentición primaria y los mecanismos que irán transformándola en una oclusión permanente adecuada. En nuestra mano está interferir en esta transformación, para reconocerla y empreder la acción adecuada en el momento más oportuno.
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