En un año como papa, Bergoglio ha desgranado un ambicioso programa reformista: limpieza en los negocios vaticanos, descentralización del gobierno de la Iglesia y revisión del papel de la mujer.
No ha pasado aún un año desde su elección (el 13 demarzo de 2013) y el paisaje vaticano ya no es el mismo. Parece como si el viento de la historia hubiera tenido prisa en pasar página y acelerar el ritmo de los cambios en una institución bimilenaria como la Iglesia católica. Es lo que podríamos definir como el "efecto Bergoglio", porque ha sido la personalidad del primer papa latinoamericano - ¡y, nolo olvidemos, también del primer jesuita que sucede al apóstol Pedro! - el motor de un giro tan espectacular. Es obvio que estamos solo en una primera etapa, a la que seguirán una serie de reformas que van a afectar de forma singular al gobierno de la Iglesia (no a su fondo doctrinal) y por lo tanto a su imagen...
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