J. I Castillo Quan, Kerri J. Kinghorn
El estudio del envejecimiento ha estado relegado durante mucho tiempo a enfoques estadísticos, psicológicos y socioeconómicos. Hoy el envejecimiento es una de las áreas de estudio biológico más atractivas y prósperas. Este cambio se dio cuando manipulaciones de un solo gen mostraron que el envejecimiento es un proceso biológico dinámico y, sobre todo, plástico. Hoy en día la literatura biomédica que aborda la biología del envejecimiento reporta incesantemente cómo las manipulaciones genéticas pueden prolongar la vida de organismos unicelulares como la levadura e invertebrados como el gusano C. elegans y la mosca Drosophila. Algunas de estas intervenciones han sido comprobadas en mamíferos, lo cual sugiere que los procesos encontrados en organismos invertebrados son evolutivamente relevantes para los humanos.
Las manipulaciones más exitosas están ligadas a vías de señalización responsables de la detención de nutrientes, lo cual sugiere que podrían constituir los mecanismos moleculares mediante los cuales la restricción dietética (RD) ejerce su amplio espectro de beneficios. La validación de estas intervenciones en humanos será compleja, por lo que los biogerontólogos han optado por escanear el genoma de centenarios (personas de 100 años o más) en busca de aquellas variantes o genes que contribuyen a su longevidad y envejecimiento saludable.
For many years aging research was confined to statistics, psychology, and socioeconomic aspects of old age. However, today the study of aging is one of the most attractive and prosperous fields in biology. This change followed on from observations that single gene mutations can modulate the aging process, demonstrating the dynamic and plastic nature of the pathways involved. The field of aging is continually being fuelled by the discovery of new genes and pathways that extend lifespan when manipulated in organisms ranging from unicellular yeast to the more complex round worm C. elegans and the fruit fly Drosophila melanogaster. Such interventions have also been successful in mammals, proving the principle that discoveries in invertebrates can be evolutionarily relevant to humans. The most successful and evolutionary conserved interventions are those related to nutrient sensing pathways, the effector pathways upon which dietary restriction operates to promote health and longevity. To validate the existence of genes that modify the aging process in humans, biogerontologists have opted for a genome wide approach to studying centenarians, those fortunate to live beyond 100 years of age. By studying these individuals, they hope to unravel the genetic signatures that promote healthy ageing and long life. (Gac Med Mex. 2013;149:680-5) Corresponding autor: Jorge Iván Castillo-Quan, ji.castillo-quan.09@ucl.ac.uk
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