Los descubrimientos de Burgen y Vernon Brooks pusieron la base para la utilización de la toxina botulínica A como agente terapéutico. Desde entonces, su uso se ha ido generalizando en distintos trastornos neurológicos y no neurológicos. En la actualidad, la toxina botulínica se utiliza para tratar muchos tipos de contracciones inapropiadas, espasticidad, distonías focales, movimientos involuntarios, en casos de hiperhidrosis, con fines estéticos, y otros cuadros clínicos. El objetivo de esta revisión bibliográfica es actualizar los conocimientos sobre las indicaciones de la toxina botulínica en el tratamiento de la disfunción craneomandibular y dolor orofacial. Palabras clave: toxina botulínica, disfunción craneomandibular, dolor orofacial, distonías.
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