Son los siete riojanos que más cerca viven del cielo; no porque Santa Marina sea el pueblo con mayor altitud de La Rioja (1.243 metros), que lo es, sino porque el paraíso, de existir, debe parecérsele mucho. A 45 kilómetros de Logroño y a 12 del municipio habitado más próximo (Robres del Castillo), Santa Marina fue de los pocos pueblos de esta sierra -llamada con acierto las Alpujarras riojanas- que no se despobló en el proceso migratorio que afectó a casi un centenar de aldeas en los años 50 y 60. Una migración que Julio Llamazares, el autor de La lluvia amarilla, denomina ¿genocidio cultural¿ porque en esos puñados de ruinas quedó sepultada una forma de vida genuina a la que desde aquí queremos asomarnos. Si nos lo permiten sus últimos testigos: Benito, Rosario, Felipe, José Luis, Marino, Clemente y Pablo.
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