Dada la tendencia al envejecimiento de nuestra población, cada día tenemos "viejos más viejos". Desde un hospital de agudos, cuya finalidad es la curación, el personal sanitario no siempre está preparado para afrontarla muerte y la "no curación", y se tiende a utilizar los recursos al máximo, obviando la globalidad de la persona, su estado general y su calidad de vida. Desde el punto de vista de la atención geriátrica, el paciente es un ser holístico, se plantea la afectación que provoca la enfermedad en la capacidad funcional y se analiza cada caso de manera individualizada, sin perder de vista la calidad de vida, la fase de la enfermedad y los cuidados paliativos como parte de la atención en caso necesario.En un paciente con demencia avanzada los problemas de nutrición aparecen con frecuencia. El debate radica en si este soporte nutricional que conlleva la colocación de una sonda nasogástrica se debe considerar como un cuidado básico o bien como una medida terapéutica. En el momento de tomar la decisión de instaurar nutrición artificial, y por tanto una sonda, se debe tener en cuenta si estos pacientes se encuentran en fases terminales de la enfermedad y en estos casos no ignorar que esta nutrición probablemente no prolongará su vida, ni mejorará la calidad de la misma, pudiendo suponer una carga y una molestia para el paciente. Por ello, nos planteamos la adecuación de la instaración de una sonda nasogástrica para alimentación en una paciente que no está capacitada para tomar sus propias decisiones, teniendo en cuenta la calidad de vida previa, la situación actual, voluntad de la familia y beneficios que le aporta la instauración de la misma.
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