Esta mañana luce un aparatoso apósito en la cabeza consecuencia de un inesperado accidente doméstico. Pero también luce una mente abierta y una innata capacidad de comunicación que nunca le abandonó. Miguel Cordero del Campillo, profesor de largo espectro y prolífico formador de generaciones de veterinarios, cultiva con primor la conversación, el estudio y la memoria. Coincide con Marañón en que la cultura no es un almacenado de datos, pero no desprecia la memoria. Tanto sé cuanto recuerdo.
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