La implantación y difusión de las artes marciales japonesas en Occidente supuso la importación de prácticas socioculturales privadas de las premisas de su contexto de origen. ¿Cómo afrontar estas prácticas que son ajenas a nuestra identidad cultural? Una interpretación estricta exige entenderlas como prácticas corporales con una idiosincrasia cultural, caracterizadas por incorporar una experiencia vivencial en la que el cuerpo ocupa un lugar preeminente. Su enseñanza y aprendizaje se establecen a través de un sistema triangular integrado por una esencia espiritual, una forma técnica y una estructura física (sin-gi-tai), que se inserta en un proceso singular (shu-ha-ri).
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados