Como consecuencia de la derrota sufrida por los generales Dupont y Védel ante las tropas de Castaños el 19 de julio de 1808, los franceses se vieron obligados a abandonar Madrid, con objeto de asegurarse una línea defensiva en el Ebro. La noche del 31 de julio al 1 de agosto, José Bonaparte y su séquito abandonaron la capital dirección a Vitoria.
La salida de los franceses de la ciudad provocó un gran número de desórdenes, albototos y saqueos que, finalmente, fueron abortados por las autoridades municipales con la ayuda de los escasos soldados del ejército español que habían permanecido en Madrid durante la ocupación gala.
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