La política europea debe volver a ser valiente e ilusionante, apostando por más democracia y más integración política y económica. Tras cinco años de crisis, de frustración y de creciente desempleo no se puede aceptar que las políticas europeas de los próximos años sean más de lo mismo. Para desactivar el euroescepticismo y el populismo hay que ofrecer alternativas progresistas a las políticas de austeridad realizadas hasta ahora. La gente quiere recuperar las riendas de la Unión y devolver la primacía a la política.
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