Su taller cumple próximamente veinte años. Tiene los pies muy en el suelo, aunque a sus novias las suba a una plataforma para probarles el traje. Dice que su licenciatura en Filología le sirve para expresarse lo mejor que puede, porque el probador es "un nido de malentendidos". Lo que más le relaja es leer. Enseña un michelín de alguna entidad bajo la camiseta, y asegura que se ha propuesto ir al gimnasio para endurecerlo.
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