La muerte súbita inexplicada, sin un diagnóstico concluyente tras la autopsia, es responsable de un gran porcentaje de muertes repentinas. La progresiva interacción entre la genética y el campo forense ha permitido identificar alteraciones hereditarias causantes de trastornos arrítmicos asociados a muerte súbita en estudios post mórtem. Esta traslación permite un diagnóstico genético de la víctima y una labor de prevención en los familiares, muchos de ellos asintomáticos, pero en riesgo de padecer una muerte súbita. Las implicaciones de esta medicina traslacional y multidisciplinaria son complejas, requiriendo la dedicación de un equipo especializado.
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