La custodia del patrimonio común de una sociedad es, sin duda alguna, tarea de toda la población, que en él encuentra sus raíces y el sentido de su continuidad en el tiempo. Por esa razón, no puede sino merecer alabanza todo esfuerzo que hagamos para asegurar la integridad de ese patrimonio, trátese tanto del patrimonio natural cuanto del patrimonio cultural. Con respecto a los bienes que constituyen el patrimonio cultural, algunos tienen un valor prevalentemente histórico y otros un valor artístico. No faltan, asimismo, los que reúnen ambos valores. En otros casos, el valor de los bienes viene dado de modo prevalente —aunque no siempre exclusivo— por su significación religiosa y por su eventual uso litúrgico. En nuestro país, al igual que en muchas otras regiones del mundo, una cierta proporción de dichos bienes de relevante valor cultural pertenecen a entidades e instituciones de la Iglesia Católica.
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