En este artículo se analiza cómo los Estados que no pueden allegar todos los recursos necesarios para su funcionamiento pueden apelar a los mercados para obtener financiación privada. Lo habitual será que el Estado pague a sus acreedores, pero no es descartable, especialmente en el escenario de crisis actual, que se produzca el impago de deuda soberana. Los acreedores que no se adhieran a la eventual reestructuración de deuda pueden tener complicada la recuperación de su inversión, puesto que los Estados gozan de garantías aptas �inmunidad� para enervar sus intentos de cobro. Todo ello se ilustra con el reciente caso de la fragata argentina ARA Libertad, que quedó retenida en Ghana como resultado de la reclamación de un acreedor, un fondo de inversión norteamericano tenedor de deuda impagada en el default argentino de 2001, deuda que no fue objeto de canje en el proceso de reestructuración por decisión de los propios acreedores.
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