La Exposición Internacional de Nueva York se inauguró en abril de 1939 con la intención de ser un símbolo de la paz mundial entre naciones que buscaban conocer-se y respetarse. Con este objetivo, la ciudad americana quería convertirse en el lugar de encuentro de las naciones modernas. Sin embargo, estas manifestaciones coinci-dieron en un momento en el que, paradójicamente, se evidenciaban las máximas diferencias entre ideologías opuestas, que poco después conducirían al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Este ensayo analiza este evento internacional, en el que se mezclaron las tendencias más punteras de arquitectura, artes plásticas, artes escéni-cas, medios de comunicación, tecnología y ocio.
En él se estudia la escenificación de un mapa utópico en el que, paradójicamente, también se medían las fuerzas, tanto en los proyectos artísticos y arquitectónicos de los pabellones fallidos, como en la parti-cipación de las grandes potencias. Se estudia en su contexto el caso del pabellón planificado por la II República Española. Aunque la Exposición tuvo un enorme éxito de público y centró la atención internacional, sus ideas sobre la ciudad y el mundo del mañana en paz fracasarían inmediatamente. El arte, la propaganda, la política artística y la guerra se mezclaban en la puesta en escena del fracaso de la utopía.
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