Un inmenso poder. De dimensiones incalculables. Y una pila de millones, de dólares. Esos son los grandes beneficios que la empresa norteamericana Celera Genetics espera obtener de su proyecto más ambicioso: descifrar el mapa genético humano. Sus investigadores trabajan con Prisa. Compiten con el proyecto Genoma Humano, una inicativa sufragada por instituciones públicas norteamericanas, en esta ímproba tarea. La carrera entre investigación pública y privada ha llegado en los últimos años a ser tan disputada que el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y el primer ministro británico, Tony Blair, han decidido intervenir
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