Quizá se deba a que la tradición oral es la cuna donde se meció la lengua escrita, y por ello tiene el poder de entroncar con los universos infantiles que guardamos en la biblioteca del alma, sea cual sea la edad del que escucha.
Ése y no otro debe ser el poder de convocatoria que hace que en los últimos años estemos asistiendo a la proliferación de Festivales, Encuentros y Maratones de Cuentacuentos (o Narración oral, como muchos de sus profesionales prefieren llamarlo).
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