La cualidad y vocación supranacional de la cultura caballeresca, como exclusivo código ideológico-moral de una ética de vida válida para todo el estamento aristocrático, que con eficacia trascendió el orbe cristiano, quedó expresada plenamente a través de su propia producción artística. Su capacidad estética hizo que su ideología y sus valores morales traspasaran fronteras físicas, culturales y religiosas. El lenguaje caballeresco se constituyó en el idioma de representación consensuado para las relaciones socio-políticas tanto de índole feudal como inter-reinos, siendo su ceremonial el canal escénico adecuado para el desarrollo de las relaciones diplomáticas en la corte. Este hecho se consagra, aún más, en el campo de las artes plásticas, donde su iconografía cumple de forma directa y global la función didáctica y representativa de los variados aspectos que constituyen y demarcan la naturaleza guerrera de la aristocracia medieval y su modo estético de vida, cuya apoteosis cortesana es el fasto caballeresco. Jornadas de caza y juegos. que, en realidad, promueven relaciones políticas y son, en definitiva, el marco diplomático donde se expresan los difíciles equilibrios del poder medieval. En esta clave interpretamos las pinturas del techo de la Sala de los Reyes de la Alhambra de Granada.
The quality and supranational vocation of chivalric culture as unique ideologicalmoral code of ethics of life valid for all the aristocratic structure, that effectively transcended the Christian world, was fully expressed through his own artistic production. His aesthetic ability did that his ideology and moral values overstepped physical, cultural and religious boundaries.
The chivalric language became the one language of consensuated representation for sociopolitical relations both of feudal nature as well as between kingdoms, being its ceremonial scenic the canal proper for development of diplomatic relations of the court. This fact is further enshrined in the field of visual arts where its iconography meet directly and globally the representative function of the various aspects that constitute and demarcate the warlike nature of the medieval aristocracy and her aesthetic mode of life, whose apotheosis is the chivalrous pomp. Hunt days and games that actually promote political relations and are, ultimately, the diplomatic framework that expresses the difficult medieval balances of power. In this key we have interpreted the painted ceiling of the Hall of the Kings in the Alhambra of Granada.
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