Puede que años atrás fuera una excepción, un turismo exótico, unos ingresos añadidos que realmente nadie esperaba. Incluso puede que hoy sigan siendo excepcionales los títulos españoles que circulan holgadamente por los circuitos del mercado exterior, pero la venta de una película a otros países es, cada vez más, una necesidad. El mercado nacional apenas cubre unos presupuestos que siguen creciendo. Por eso, hoy una película española es para el mundo. Para que el mundo la compre y el mundo la vea.
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