Una película vive algún tiempo en una pantalla y el resto de su vida en una lata. Una vida que puede ser muy corta por sus materiales efímeros o fáciles de deteriorar y porque hasta hace muy poco no existía cultura de la conversación. Perdidos para siempre millones de metros de película, se lucha contra reloj para que los espectadores del futuro vean lo que hoy es estreno.
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