Ahora resulta que para una buena parte de los espectadores lo mejor del cine español es que "no parece español". Como si la nacionalidad de una película, su hecho diferencial, su denominación de origen, fuera un barniz que tintara con la misma pátina todo el celuloide hecho en cada país. Y sin embargo, reaíces, espíritu, estilos y aromas, miradas, sí forman parte de nuestra manera propia de hacer cine. Algo tendrán de españoles -de inequívocamente españoles- los personajes, las historias, el paisaje, la luz, las pasiones que han contado y volverán a contar al público los que hacen cine en este país.
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