Partiendo de la aparición en el siglo XVIII de las Sociedades de lectura y de las librerías especializadas en el préstamo de libros, se pasa a la consideración de la libertad de asociación, en relación con de de prensa y expresión, que culmina en la Revolución francesa. En el siglo XVIII español hubo censura previa, no libertad de prensa. No obstante, las Sociedades Económicas de Amigos del País, típicas de la Ilustración española, se esforzaron por incrementar la circulación de las ideas, aun manteniéndose dentro de la legalidad. Con la Guerra de la Independencia, 1808, y con la Revolución de 1820, la libertad cobra nuevo protagonismo, las Sociedades Económicas pasan a ser Patrióticas al añadir la vertiente política al campo de sus preocupaciones. Sociedades y periódicos muestran una intensa relación mutua, lo que evidencia la voluntad de crear una opinión pública. Y a pesar de nuevas prohibiciones y nuevas dictaduras en el futuro, el espíritu de libertad persiste. En 1833 una novela sobre los anabaptistas parece una peligrosa incitación liberal. En 1941 Franco Venturi, leyendo una obra de Calderón, encuentra en ella el espíritu de rebelión juvenil, lo que le anima en su propia lucha contra el fascismo.
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