El liderazgo de Cayo Lara parecía haber traído, por fin, la paz interna al seno de IU tras muchos años de pugnas soterradas y heridas sin cerrar. Con el viento político a favor, la convocatoria de las elecciones europeas parecía un momento idóneo para el despegue electoral y para la configuración de un amplio frente con el que aspirar a algo más que a una victoria moral en esta cita con las urnas del próximo mes de mayo. Pero la confección de las listas ha resucitado el fantasma de la división fratricida y también parece alejar las posibilidades de construcción de ese amplio frente de izquierdas al que aspiraba la coalición dirigida por Lara.
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