Las construcciones imaginarias conocidas literariamente como "género utópico" han estado presentes a lo largo de nuestra historia occidental desde Platón hasta Huxley, aunque con características muy heterogéneas y con propósitos distintos. Las utopías del pasado eran imágenes literarias de una sociedad justa, solidaria y feliz en la que ya no se precisaban leyes ni instituciones porque se había logrado resolver por fin y superar todos los conflictos y diferencias humanas. El sustrato psicológico de estas imágenes de sociedades ideales lo constituía, como se puede suponer, un conjunto de anhelos y expectativas que brotaban de ciertas situaciones sociales muy difíciles, de manera que lo que expresaban, en realidad, eran las esperanzas y los deseos de las clases menos favorecidas.
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