El imaginario hegemónico de nuestras sociedades nos reitera sin cesar que, aunque nos parezca decepcionante, en el mundo que nos ha tocado vivir "no hay alternativa" al mismo. Parece como si quienes seguimos pensando y gritando que "otro mundo es posible" fuéramos unos ingenuos irredentos que no conocemos el destino fatal al que históricamente están condenadas todas las "coplas de la luces" (como los ideólogos de dicho pensamiento único bautizan a cualquier pensamiento crítico y utópico).
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