Entendemos el derecho a la educación como el derecho de todo ser humano a desarrollarse en plenitud: sus cualidades, aptitudes, aficiones, actitudes, etc., tanto para sí mismo como para los demás. Y como ocurre con tantos otros derechos, no basta sólo con que sean reconocidos en los tratados sino de disfrutarlos. En este caso, de lo que se trata es de disfrutar el derecho a aprender y poder experimentar este derecho durante toda la vida.
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