Cuestionamos la interpretación del carlismo vizcaíno del Sexenio como belicista. Prefería un cambio incruento: controlar ayuntamientos y Diputación; priorizar el orden público, evitando conflictos de clase. La problemática económicosocial procedía del régimen anterior para sectores en crisis estructural (herrajería), coyuntural (campesino) y transformación capitalista (minería, pesca), nada dispuestos a sufrir los costos humanos y monetarios de la lucha. Las élites tradicionalistas requerían paz para preservar su dominio y reactivarse pecuniariamente, como demostrarían las integradas en la Restauración conservadora.
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